lunes, 28 de enero de 2013



Una maestra española ideó una especie de lector de libros electrónicos en 1949

Una maestra gallega creó un soporte único para poder leer diferentes libros basado en unos carretes intercambiables con los textos escritos. La Enciclopedia Mecánica utilizaba un sistema mecánico de aire a presión y disponía además de un hueco ideado para colocar una calculadora. Nunca se llegó a comercializar por no encontrar la financiación necesaria.
El cambio de siglo trajo consigo la revolución digital del mundo editorial, pero más de cincuenta años antes una maestra de Galicia ya había ideado un soporte único para poder leer diferentes libros basado en unos carretes intercambiables con los textos escritos. Corría el año 1949 y La Enciclopedia Mecánica de Ángela Ruiz Robles tal vez fue demasiado adelantada para su tiempo.
La que podría considerarse precursora del actual e-Reader (lector de libros electrónicos) nació en Villamanín (León) en 1895, aunque pasó prácticamente toda su vida en Ferrol. Con una personalidad cuanto menos inquieta, inventó, escribió libros, fundó su propia academia, ayudó a los que pasaban por dificultades y sacó tiempo para cuidar de sus hijas.
Lleva unas bobinas donde se colocan los libros que se desee leer en cualquier idioma Entre sus innovadoras ideas destaca esa Enciclopedia Mecánica que patentó en 1949, y que era en realidad un libro de texto para estudiantes que funcionaba con un sistema mecánico de aire a presión, al que se le podían colocar diversos carretes correspondientes a las diferentes materias, según relata la Agencia Sinc.
La descripción de la patente es bien concisa a la hora de explicar el funcionamiento de esta enciclopedia: "Lleva unas bobinas donde se colocan los libros que se desee leer en cualquier idioma. Por un movimiento de las mismas van pasando todos los temas, haciendo las paradas que se quiera".
La Enciclopedia Mecánica disponía incluso también un hueco ideado inicialmente para colocar una calculadora, que finalmente no fue en el prototipo básicamente porque no existían dispositivos de cálculo tan pequeños. Lo mismo sucedió con la adición del sonido y la luz, a pesar de que ya estaban en la cabeza de la inventora.
El objetivo final de Ángela era facilitar la vida a todos los relacionados con los libros: a los niños en las escuelas, a los editores para ahorrarles el papel, a los autores para difundir sus obras. Pero La Enciclopedia Mecánica nunca se llegó a comercializar por no encontrar la financiación necesaria en una España que no avanzaba a la misma velocidad que la imaginación de esta inventora leonesa.